El peor de los dolores
La cefalea en racimos está considerada por la ciencia médica como el dolor más fuerte que puede sufrir un ser humano antes de perder el sentido.
Caracterizada por dolor unilateral, de gran intensidad, de distribución en el territorio del nervio trigémino, que se acompaña de síntomas autonómicos como lagrimeo, escurrimiento nasal, inflamación del párpado y la zona alrededor del ojo y enrojecimiento.
Una enfermedad rara
Aparentemente afecta a un 0,1 % de la población mundial, es decir cerca de 436,000 casos de Cefalea en Racimos en el mundo hispano-parlante . Sin embargo, sabemos que muchos de ellos están mal diagnosticados y pobremente tratados.
Una de las tareas más importantes de la Asociación DE CEFALEA EN RACIMOS.ORG es dar a conocer la enfernedad en tal forma que cualquiera que la sufra pueda identificarla fácilmente y el diagnóstico y tratamiento sean de inmediato logrando así mayor eficacia.
Tratamientos y remedios
El tratamiento abortivo más eficaz e inocuo conocido es el Oxígeno al 100% El sumatriptán inhalado y vía intramuscular es el otro aobrtivo eficiente para el momento de las crísis.
Existen tratamientos preventivos, como el verapamilo, prednisona, litio y corticoides, así como la cirugía funcional mediante estimulación cerebral profunda (Deep Brain Stimulation – DBS)
La Cefalea en Racimos es:
La cefalea supone uno de los motivos de consulta médica más habitual tanto en urgencias como en asistencia primaria o especializada y sin duda alguna es uno de los problemas con mayor repercusión en la persona que la padece, tanto por el sufrimiento que comporta por el dolor como por las enormes implicaciones sanitarias, sociales y laborales que conllevan. Además provoca un importante elevado coste clínico derivado de gastos directos e indirectos.
La cefalea en racimos o cefalea de Horton, es una cefalea primaria tipo «cluster» (agrupada, en cúmulos o racimos). Es un tipo relativamente raro de cefalea que se presenta en forma de ataques y cuya severidad le ha dado el nombre de «dolor de cabeza suicida«. Se considera que es uno de los dolores más intensos que puede sufrir el ser humano sin perder la consciencia.
A lo largo del tiempo, la cefalea en racimos ha sido conocida por distintos nombres, desde los escritos de Nicolaes Tulp en el siglo XVII, así como en los de Willis en 1671. En 1878 Eulenberg hace la primera descripción completa. Horton en 1893; Ekbom en 1947 describe su carácter periódico y Kunkle en 1952 la denomina «Cluster headache«.
La enfermedad suele aparecer entre la segunda y sexta décadas de la vida, con una edad promedio de comienzo alrededor de los 37 años.6,7 Se recogen antecedentes familiares en 7 % de los enfermos.7,8 Existe claro predominio de afectados en el sexo masculino.5,9-11
Hasta hace pocos años en el ámbito médico era una patología bastante desconocida, con lo cual los avances neuro-científicos que actualmente estudian dicha enfermedad se encuentran en pleno proceso evolutivo. Debido a ello, el paciente suele tardar en ser diagnosticado. Por otra parte es muy común en la fase aguda ser confundida con otro tipo de cefalea en la que el tratamiento es totalmente ineficaz y también con sinusitis o patologías dentales. En conclusión, los pacientes no reciben el tratamiento adecuado, o lo reciben demasiado tarde.
La cefalea en racimos es uno de los síndromes de dolores de cabeza más extraordinarios observados en la práctica clínica. Ser testigo de un ataque de dicha enfermedad es una experiencia difícilmente olvidable. Los brotes siguen un modelo estereotípico. Se caracteriza por ataques de dolor extraordinariamente severos, constantes, taladrantes y de carácter uniforme, localizados en la región periorbital o temporal. En el 90% de los casos se presenta de manera unilateral sin sobrepasar la línea media y reaparece una y otra vez en el mismo lado. Va acompañado por fenómenos ipsilaterales de disfunción autonómica, como ojo enrojecido, lagrimeo, ptosis, miosis, edema de párpado, rinorrea, obstrucción nasal o hiperhidrosis de un solo lado del rostro (descarga colinérgica excesiva). No existe aura y el dolor alcanza el clímax en unos pocos minutos. (30% de los casos de cefalea de Horton no muestran síntomas autonómicos).
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